Cuando recibí la noticia de que sería abuela, no sabía lo que me esperaba. Y no me refiero a aquel balde de agua fría cayendo encima de mi en medio de una reunión de trabajo, al momento de enterarme. Me refiero a que iban a existir ciertas cosas que cambiaría mi vida por completo y estoy segura que a muchos abuelos también.
Mi columna de hoy, se la voy a dedicar al tema de varios retos emocionales que pueden haber vivido todos esos abuelos y abuelas jóvenes, y que aún así han demostrado su capacidad de madurar y premiar el tiempo.
En mi columna anterior contaba mi experiencia de ser abuela antes de los 40’s. La cantidad de abuelos jóvenes en Puerto Rico no tardaron en reaccionar y comentar, identificándose con la historia. Pero también leí comentarios, con vocabulario soez, emitiendo juicios y, por su puesto, están muy equivocados.